Cómo tomar probióticos y antibióticos para cuidar tu intestino

Cómo tomar probióticos y antibióticos para cuidar tu intestino

Los antibióticos son uno de los mayores avances médicos del último siglo. Han salvado millones de vidas, pero también tienen un efecto secundario bien conocido: alteran el equilibrio natural de la microbiota intestinal. Esa comunidad de bacterias que protege tu sistema digestivo puede verse afectada, provocando síntomas como diarrea, gases, hinchazón o digestiones pesadas.

Por eso cada vez más personas se preguntan cómo tomar probióticos y antibióticos correctamente para proteger su intestino durante y después del tratamiento.

En EMLIFE, donde entendemos la microbiota como el núcleo de la salud digestiva, queremos ayudarte a hacerlo con evidencia científica y sentido común.

¿Qué pasa con tu microbiota cuando tomas antibióticos?

Los antibióticos no distinguen entre bacterias “buenas” y “malas”: eliminan tanto las que causan la infección como parte de las bacterias beneficiosas del intestino.
Esa pérdida temporal de diversidad se llama disbiosis y puede dejar el terreno intestinal desequilibrado, facilitando la aparición de molestias digestivas o incluso infecciones oportunistas como Clostridioides difficile.

La buena noticia es que la microbiota puede recuperarse, y los probióticos pueden ayudar en ese proceso.

¿Es buena idea combinar probióticos y antibióticos?

Sí, pero hay matices importantes.

Numerosos estudios han demostrado que tomar probióticos junto con antibióticos puede reducir el riesgo de diarrea asociada al antibiótico (lo que se conoce como AAD).

Un metaanálisis de la JAMA (Hempel et al., 2012) que revisó 82 ensayos clínicos con más de 11.000 pacientes concluyó que los probióticos reducen este riesgo en un 37%.

También la American Academy of Family Physicians (AAFP) respalda su uso para prevenir diarrea asociada a antibióticos, especialmente con cepas como Lactobacillus rhamnosus GG o Saccharomyces boulardii.

Sin embargo, no todos los estudios son concluyentes:

  • Una revisión de BMC Medicine (2023) observó que los probióticos no siempre preservan la diversidad microbiana durante la terapia antibiótica.
  • Y la American College of Gastroenterology recomienda no usarlos de forma rutinaria para prevenir C. difficile, ya que los resultados son variables.

Por eso la clave no está solo en tomar probióticos, sino en cómo y cuándo tomarlos.

Tres formas de combinar probióticos y antibióticos

La comunidad científica ha propuesto tres estrategias principales. Todas tienen sentido dependiendo del objetivo y del tipo de probiótico utilizado.

  1. Coadministración (al mismo tiempo, pero separando tomas)

Es la estrategia más popular y la que suele dar mejores resultados prácticos.
Consiste en empezar el probiótico el mismo día que el antibiótico, pero espaciando la toma unas 2 horas para evitar que el antibiótico destruya las bacterias probióticas.

Ejemplo práctico:
Si tomas el antibiótico a las 8 h, puedes tomar el probiótico a las 10 h.

Ventajas:

  • Reduce la diarrea asociada al antibiótico.
  • Minimiza molestias digestivas durante el tratamiento.

Inconvenientes:

  • Parte de las bacterias pueden verse afectadas si no se respeta el intervalo.

Esta estrategia es la más recomendada en guías clínicas (AAFP, JAMA) para quienes buscan mantener el confort intestinal durante la terapia antibiótica.

2. Secuencial (después del antibiótico)

Aquí se espera a terminar el antibiótico y se inicia el probiótico durante las 3 o 4 semanas siguientes, con el objetivo de ayudar a restaurar la microbiota intestinal.

Esta opción evita que el antibiótico afecte al probiótico, pero no previene la diarrea ni los efectos inmediatos durante el tratamiento.

Se usa en personas con microbiota sensible o tras tratamientos largos con antibióticos de amplio espectro.

3. Mixta o combinada

Cada vez más estudios recomiendan una estrategia mixta, es decir:
tomar el probiótico durante el tratamiento antibiótico y continuarlo al menos 2 semanas después.
Esto ofrece doble beneficio: proteger mientras el antibiótico actúa y facilitar la recuperación del ecosistema intestinal después.

Es el enfoque más adoptado actualmente por médicos integrativos y gastroenterólogos especializados en microbiota.

Cuál es la estrategia más recomendada

Aunque las tres son válidas, la estrategia mixta es la más extendida y respaldada en la comunidad médica.

Permite amortiguar los efectos inmediatos del antibiótico y prolongar la acción probiótica en la fase de recuperación.

Para la mayoría de las personas, comenzar el probiótico desde el primer día de antibiótico y mantenerlo al menos 20-30 días después es la mejor opción.

Cómo tomar probióticos y antibióticos correctamente

  1. Empieza el probiótico el mismo día que el antibiótico, pero deja pasar 2 horas entre ambos.
  2. Tómalos siempre con el estómago lleno o con comida ligera (ayuda a que los microorganismos sobrevivan mejor al paso gástrico).
  3. Mantén el probiótico durante el tratamiento y al menos 3-4 semanas más.
  4. Elige cepas con evidencia científica, como Lactobacillus rhamnosus GG, Bifidobacterium lactis o Saccharomyces boulardii.
  5. Evita productos liofilizados o en cápsulas si buscas un efecto más rápido y activo: los probióticos líquidos llegan vivos al intestino sin necesidad de reactivación.
  6. Conserva siempre el probiótico en frío para mantener su viabilidad, especialmente si es un producto vivo y activo como los de EMLIFE.
  7. Consulta a tu médico o farmacéutico antes de combinar tratamientos si tienes patologías digestivas crónicas o inmunosupresión.

El papel de los probióticos líquidos vivos

En EMLIFE creemos que no todos los probióticos son iguales.
Los probióticos en cápsulas o polvo suelen contener bacterias deshidratadas o liofilizadas, que necesitan “despertar” en el intestino y no siempre sobreviven al paso digestivo.

En cambio, GUT Go Pro Eco contiene probióticos líquidos vivos y activos, acompañados de sus postbióticos naturales (vitaminas, enzimas y antioxidantes liberados durante la fermentación).

Esto permite que lleguen 100 % vivos al intestino, ejerciendo su función de manera inmediata.

Su fórmula, con 11 cepas acidolácticas y Saccharomyces boulardii, ha sido validada por el Laboratorio de Ciencias de los Alimentos de la Universitat de València, mostrando una alta supervivencia y actividad.

Por eso, es ideal durante y después de los tratamientos con antibióticos para:

  • Calmar la inflamación intestinal.
  • Facilitar la recuperación de la microbiota.
  • Mejorar las digestiones.
  • Regular el tránsito intestinal, combatiendo las diarreas.

Fuentes verificadas:

  • Hempel S. JAMA. 2012;307(18):1959–1969.
  • Su GL. Am Fam Physician. 2017;96(3):170-178.
  • Goldenberg JZ et al. Cochrane Database Syst Rev. 2017;12:CD004827.
  • BMC Medicine. 2023;21(1):273.
  • ISAPP (International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics). 2020.
  • American College of Gastroenterology, Clinical Guideline 2021.

 

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